Imagen de Wikimedia Commons bajo licencia CC BY-NC 3.0
Llevábamos 15 días perdidos en la selva cuando de repente una araña gigante y llena de pelos nos obligó a detenernos.
Pasó una hora, pero la araña seguía sin dejarnos pasar.
- Creo que quiere que nos muramos de hambre, porque no se mueve ni hacia delante ni hacia atrás - dijo mi compañero Juan.
- Pues entonces, ¿qué hacemos? - pregunté.
- Debe de haber alguna manera de sobrepasarla - dijo en tono pensativo.
- Ya pero, ¿cómo? - insistí.
Entonces se le iluminó la cara.
- Creo que - empezó a explicarme - si nos separamos y cada uno va por un lado no sabrá a por quien ir.
Decidimos que era la mejor y la única opción que se nos había ocurrido. Juan fue por el lado derecho de la araña y yo por el izquierdo. La araña no sabía a por quién ir así que conseguimos escapar.
Al final conseguimos salir de la selva y quién nos iba a decir que de esa aventura se inventaría un juego llamado "araña peluda".
(Mario)
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